Información útil sobre la oruga procesionaria

Actualmente la oruga procesionaria está catalogada como plaga en nuestro país, al finalizar el frío y al comienzo del buen clima, es el momento en el cual tenemos que estar atentos para que nuestros perros no se cerquen a estas orugas, ya que son tremendamente peligrosas para ellos.

Cada oruga dispone a lo largo de su cuerpo unos 500.000 pelos de pequeño tamaño y con facilidad a la hora de desprenderse y llegar hasta nuestra mascota tanto por contacto directo, como por vía aérea a través de las corrientes de viento. El contacto de estos pelos suele desencadenar en reacciones cutáneas, aunque también pueden dar problemas oculares, bronquiales e incluso anafilaxia severa.

 

 

Síntomas que nos indican si nuestro perro ha tenido contacto con la oruga procesionaria

Durante los paseos con nuestra mascota debemos estar muy atentos, especialmente en zonas con pinos y cedros, por lo que os recomendamos que pongáis toda vuestra atención en el territorio por el que paseáis.

Si hemos transitado una zona donde pueda haber procesionaria, debemos estar atentos si nuestro perro trata de rascarse la boca con ambas patas debido al dolor que le puede estar produciendo el posible contacto, así como si lo percibimos nervioso e inquieto. Los síntomas más visibles son la inflamación de lengua e incluso cabeza, inflamación de los labios y mucosa oral, exceso de salivación, jadeo a causa del dolor y presencia de dificultad respiratoria.

 

¿Qué hacer en el caso de que nuestra mascota haya entrado en contacto con la procesionaria?

Es imprescindible una atención rápida veterinaria para controlar la situación y evitar complicaciones que puedan llevar a un fatal desenlace, por lo que aconsejamos ir urgentemente al veterinario más cercano.

  • Sacar al perro de la zona de las orugas para que en esos momentos de nerviosismo no se produzcan nuevos contactos.
  • Comprobar que el perro puede respirar sin dificultad.
  • Observar el estado de la legua y las mucosas orales para localizar el área afectada.
  • Lavar la zona con agua templada, ya que el calor disminuye la actividad de la toxina. Evitar que el perro trague el agua, tratar que el agua vaya de dentro hacia fuera para arrastrar los pelos de las orugas al exterior.
  • Evitar frotar la zona para no romper los pelos y liberar más toxinas.
  • Pero sobre todo como decíamos al principio, acudir al veterinario cuanto antes

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